
Increíblemente en un libro cuyo ingrediente sobrenatural es tan fuerte como el de los vampiros y los hombres lobo -perfectos, atractivos, terriblemente ágiles y fuertes, casi indestructibles, que todo lo hacen bien- Bella Swan conquista nuestros corazones por lo opuesto, es decir por ser “taaaan humana”.
Y como humana precisamente es que tiene un montón de particularidades con las que es fácil sentirse identificados.
Es agradable saber que ella como puede sucedernos a cualquiera de nosotros sufre una torpeza casi crónica, pues se tropieza, se le caen las cosas, por obvias razones le aterran los deportes o bailar y sufre accidentes permanentemente.
Pero además hay otras cualidades que la hacen accesible y cercana: se siente disgustada al ser el foco de atención, al sentirse el centro de las miradas, al descubrir que los demás no tienen su mismo sentido del humor y no entienden sus respuestas.
Todos somos un bicho raro en algún sentido y el hallar un personaje tan querible, y al que además las cosas terminan saliéndole bien: enamorándose de alguien único y maravilloso, teniendo una familia adorable, conservando la amistad de quienes más quiere, incluso logrando superar todas las desventajas físicas, aún cuando empezó “tan mal”… nos da esperanzas.
Comparto algunos fragmentos de Crepúsculo que me parecen muy significativos al respecto, y más adelante iré incorporando segmentos de los otros libros…
O los pueden seleccionar ustedes y enviármelos ¿qué les parece?
“Yo sería la chica nueva de la gran ciudad, una curiosidad, un bicho raro.”
“No sintonizaba bien con la gente de mi edad. Bueno, lo cierto es que no sintonizaba bien con la gente. Punto. Ni siquiera mi madre, la persona con quien mantenía mayor proximidad, estaba en armonía conmigo; no íbamos por el mismo carril. A veces me preguntaba si veía las cosas igual que el resto del mundo. Tal vez la cabeza no me funcionara como es debido.
Pero la causa no importaba, sólo contaba el efecto. Y mañana no sería más que el comienzo.”

“Puedo hacerlo, me mentí sin mucha convicción. Nadie me va a morder. Al final, suspiré y salí del coche.
Mantuve la cara escondida bajo la capucha y anduve hasta la acera abarrotada de jóvenes. Observé con alivio que mi sencilla chaqueta negra no llamaba la atención.”
“—Bueno, es muy distinto de Phoenix, ¿eh? —preguntó.
—Mucho.
—Allí no llueve a menudo, ¿verdad?
—Tres o cuatro veces al año.
—Vaya, no me lo puedo ni imaginar.
—Hace mucho sol —le expliqué.
—No se te ve muy bronceada.
—Es la sangre albina de mi madre.
Me miró con aprensión. Suspiré. No parecía que las nubes y el sentido del humor encajaran demasiado bien. Después de estar varios meses aquí, habría olvidado cómo emplear el sarcasmo.”

“Mi profesor de Trigonometría, el señor Varner, a quien habría odiado de todos modos por la asignatura que enseñaba, fue el único que me obligó a permanecer delante de toda la clase para presentarme a mis compañeros. Balbuceé, me sonrojé y tropecé con mis propias botas al volver a mi pupitre.”
“Volvió a mirarme fijamente y nuestras miradas se encontraron. La expresión de su rostro era de lo más extraña, hostil, airada. Pasmada, aparté la vista y me sonrojé otra vez. Tropecé con un libro que había en el suelo y me tuve que aferrar al borde de una mesa. La chica que se sentaba allí soltó una risita.”
“Una fina capa de nieve cubría el césped y el techo de mi coche, y blanqueaba el camino, pero eso no era lo peor. Toda la lluvia del día anterior se había congelado, recubriendo las agujas de los pinos con diseños fantásticos y hermosísimos, pero convirtiendo la calzada en una superficie resbaladiza y mortífera. Ya me costaba mucho no caerme cuando el suelo estaba seco; tal vez fuera más seguro que volviera a la cama.”
“Recogí los libros y luego me puse en pie para dirigirme hacia la puerta. Pretendí hacer una salida dramática de la clase, pero, cómo no, se me enganchó una bota con la jamba de la puerta y se me cayeron los libros. Me quedé allí un momento, sopesando la posibilidad de dejarlos en el suelo. Entonces suspiré y me agaché para recogerlos.”
“— ¿Te refieres al hecho de que eres incapaz de caminar por una superficie plana y estable sin encontrar algo con lo que tropezar?
—Obviamente.”
Eventos personales de torpeza suprema…
Les cuento uno mío, muy reciente… ¿Qué tal si se suman y dejan en los Comentarios relatos de los que les han sucedido a ustedes?
Hace unos días pasé un período feliz releyendo Amanecer, que como bien saben todos es muuuuy gordo. Ya estaba instalada dispuesta a leer recostada en mi almohada favorita cuando me doy cuenta que me faltaba el libro. Me estiro desde la cama hacia el mueble que está al lado, lo tomo con una mano y … ¡sale despedido acompañado de mi más que desesperado grito! (ya que cuido a estos libros más que a mi persona)… Sucesión de desafortunados eventos: el libro golpea una botella de agua (como las que dejo habitualmente por toda la casa), esta se tumba, el libro cae al piso al lado del agua que se desparrama libremente hacia abajo de la cama donde está mi perro que sale “volando”, rescato el libro desesperada, me apresuro a buscar un trapo… y cuando me inclino a secar el agua me doy con toda el alma la cabeza contra el extremo filoso del mueble…
Ah, pero el libro ¡¡está intacto!!
En fin…¿quién cuenta una mejor?