martes, 30 de diciembre de 2008

Una canción para Edward (y no es de la banda de sonido)

Una de mis bandas favoritas perteneciente al género Gothic-Metal es Mortal Love, y además de que me apasionan sus canciones, me han llamado la atención sus letras que tratan de las penurias y maravillas del amor, de lo terrible y sublime que puede ser.


Luego de leer Crepúsculo empecé a escuchar de otro modo muchos de sus temas, pero empecé a sentir que algunos de ellos eran como si estuvieran escritos para Edward. Elijo hoy aquel cuyo título es "All the Beaty" y corresponde al álbum del mismo nombre del año 2002.
Hoy se los acerco a ustedes porque la belleza debe compartirse...
Va entonces: la letra en inglés y en español, a la brevedad subiré el audio del tema para que lo disfruten.

All The Beauty

All the beauty I see
All the beauty I feel
All the beauty I hear
All the beauty in the world
Ain't nothing compared to you

I adore you everyday
I love you everyday
I got all the time in the world
To wait for you

I'm in love with you

Toda la belleza

Toda la belleza que veo
Toda la belleza que siento
Toda la belleza que oigo
Toda la belleza en el mundo
no es nada comparada contigo

Te adoro cada día
Te amo cada día
Conseguí todo el tiempo en el mundo
para esperarte

Estoy enamorada de tí


Crepúsculo: Partitura Bella's Lullaby - Carter Burwell

Artículo publicado -por mi querida amiga y alumna Cris- originalmente en:
http://signosmusicalesasm.blogspot.com
y dado que se ha tomado el maravilloso trabajo de escribir esta partitura quiero homenajear su labor publicando la entrada tal cual ella la efectuó en su blog.


Como todo el mundo anda tras esta partitura, he decidido escribirla y aquí se las dejo para que la puedan descargar (se encuentra como imagen desde Picasa). Además les dejo algunos comentarios de su autor que nos permiten comprender mejor la música de esta canción...
La canción de cuna de Bella (Bella's Lullaby) tal y como aparece en esta película, no fue escrita para ser una canción de cuna sino para hablar de un amor. Aquí está esa historia...
"Hace años estaba enamorado de una mujer sorprendente y desafiante llamada Christine Sciulli. Ella me dejó, estaba descorazonado y escribí una pieza musical que trató de expresar el estremecimiento y el dolor de mi corazón destrozado. Como no me hablaba , le envié la música para hablar en mi lugar.
Años más tarde (abril de 2008 para ser más exactos) vine a Oregon para reunirme con Catherine Hardwicke y ver algo de la película que ella rodaba, Crepúsculo. Mencionó que la empresa productora, Summit Entertainment, había solicitado que se agregara una nueva escena a la película. La escena existe en la novela pero no había sido parte del guión originalmente (las películas no son traducciones una por una de los libros). En esta escena Edwad toca el piano para Bella. Yo no estaba trabajando oficialmente en la película y no sabía que Rob Pattinson (Edward) debía tocar durante el rodaje. Esta no es una situación inusual - muchas películas tienen un actor sentado en un teclado, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, pretendiendo reproducir la música que fue escrita sólo después de que la película ha sido rodada y editada. Este caso fue inusual ya que Rob es un buen músico, y plenamente capaz de tocar el piano o probablemente cualquier otro instrumento.







Mi preocupación como compositor, es hacer la película en su totalidad convincente, dramática, emocional y cinematográfica. Pero en este caso otras preocupaciones extrañas comenzaron rápidamente a montones, todas impulsadas por los fans de la obra. La escena del piano se añadió porque Summit se dio cuenta que los fans querían escuchar a Edward tocar la melodía a que se refiere como "Canción de cuna de Bella", y cada uno de los aficionados tiene su propia idea de la melodía. Como no había comenzado a escribir todavía, había un vacío musical que se llenó con otra música. Rob improvisó una melodía. Matthew Bellamy, de Muse, envió su idea de la "Canción de cuna de Bella" y un sin número de lectores y músicos enviaron sus propias ideas o las publicaron en Internet. Nada de esto hizo más fácil mi trabajo.
Cuando finalmente comencé a escribir música para Crepúsculo (Twilight), a principios de julio, me trasladé yo, mi familia y mi estudio de New York a Los Ángeles para trabajar más de cerca con Catherine y el equipo editorial - Nancy Richardson editora de la película y Adam Smalley editor de la música de la misma. Empecé la partitura con Bella y Edward, en concreto, en la escena en que él la lleva a las copas de los árboles. Quería capturar la emoción, pero también el desafío de este amor que atraviesa las barreras del tiempo y las especies. La película se ha editado a fin de que la escena del piano siguiera a la escena de las copas de los árboles, y el montaje tiene muy poco diálogo por lo que es un buen lienzo sobre el cual pintar el "Tema de amor de Bella y Edward".


Después de intentar diferentes enfoques mezclados con éxito puse la música que escribí hace años para mi estático y atormentado amor contra la imagen y parecía bastante perfecto. Tiene un tema "A" que es un poco ambiguo, al igual que dos personas que tratan de encontrar un terreno común, subiendo alto y cayendo abajo, y un tema "B" que es francamente alegre (por lo menos tan alegre como mi música lo consigue).

Se lo mostré a Catherine Hardwicke y lo encontró "emocionante". Y así esta melodía sin nombre se convirtió en Bella's Lullaby (Canción de Cuna de Bella). Vale la pena señalar, sin embargo, que ni Catherine ni yo la llamamos así. Ella siempre se refirió a esta canción como el "Love theme" (Tema de amor) y pienso que tiene más sentido si piensas en él de esa manera. Es más complejo y emocional que cualquier canción de cuna que he escuchado jamás.

El mayor anhelo de Catherine era re-rodar la escena del piano de manera que los dedos de Rob se correspondieran con la música. Summit Entertainment, que paga la película, tendría que aprobar el costo de esto.

Generalmente empiezo a escribir en el piano y, a continuación, paso a las computadoras donde puedo hacer un "demo" o "boceto" que suena como los instrumentos reales - en este caso piano, cuerdas, madera, guitarras y percusión. Siempre hago estos bosquejos para que el director pueda imaginarse el sonido final de la partitura mientras estoy escribiendo. Como Catherine necesitó la aprobación de Summit para re-rodar la escena, arreglamos los bosquejos de la partitura para los ejecutivos de Summit así como para los productores de la película.

Los ejecutivos asumieron que puesto que he escrito más de 60 o más partituras para películas (No sé realmente) debía haber pasado por este proceso antes. Pero, en realidad nunca he tenido que sentarme en una habitación y desempeñar mi trabajo para ejecutivos.

La parte de los 30 segundos, durante los que Edward está tocando el piano, es la canción de cuna, pero el tema también tiene que mostrar el romance que impulsa la historia.

El comienzo del piano es la melodía original que escribí hace muchos años y la melodía que toca Rob al final es la variación que Summit aprobó no sin muchas discusiones previas. Ambas se escuchan a lo largo de la película. Me consuela que la melodía original predomina porque, para mí, es más memorable que un ¿te acuerdas?
Debo mencionar que esa Christine, la mujer para la que primero escribí la melodía hace años, es ahora mi increíble y desafiante esposa. En mi corazón la melodía será siempre nuestra pero ahora es suya (de Edward y Bella) también.



Traducción de M. Cristina Pérez. El texto original puede verse en http://www.carterburwell.com/projects/Twilight.html

Cuando la lectura es más que un simple deseo de leer: Mi viciada experiencia de 14 días

Preciosa colaboración de Cris, alumna y amiga, otra lectora voraz que contrajo la "fiebre Crepúsculo".

El calor se hace cada vez más insoportable. Son las 16:42 hora argentina zona Este. Mis ojos piden un descanso pero me niego a ello. Mi espalda está levemente contracturada. Hace muchas horas que me encuentro leyendo sin poder parar, pasando página tras página de la mejor historia que he leído en el último año. El monitor de la PC hace que mis ojos se cansen más de lo normal. Sólo un clic más y todo se habrá acabado. Un monosílabo de tres letras pone punto final al libro en formato digital que hace 3 días me tiene atrapada. Una pequeña y cálida lagrimita rueda por mi mejilla. Fin.

Sí, es sin lugar a dudas la mejor historia de los últimos tiempos. He leído completamente los cuatro libros de la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer: Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer, los primeros tres en libro y el cuarto en formato digital. Sólo han pasado 14 días desde que tuviera en mis manos Crepúsculo, pasara la primer página y me desplomara cómodamente en mi cama a leer en una tarde de lluvia. A partir de ese momento se me ha visto leer compulsivamente en diferentes lugares de la casa: mi cuarto, un sillón en el living, a la sombra de un árbol en el jardín, junto a la computadora… Hora tras hora sin detenerme, sin mirar el reloj, hasta que mi papá me dijera que ya dejara eso y apagara esa computadora. Tenía razón. No era la primera vez que me sorprendían las 2 de la madrugada en el mismo lugar. Pero la lectura es así de atrapante y capaz de hacerme sentir en 14 días las más diversas emociones: amor, tristeza, enojo, tranquilidad, desasosiego, miedo, expectación, alegría y todas las demás que no somos capaces de explicar.

Muchos se han preguntado qué tienen esos libros que no se puede parar de leer. Creo que a mi criterio lector la respuesta no es difícil aunque sumamente profunda. La saga Crepúsculo nos permite aventurarnos en el mundo de la fantasía y la realidad. Con una historia que transcurre en la actualidad y que a su vez se entremezcla con el siglo XVIII permitiendo poner en juego más cosas de las que nos imaginamos.

El estilo y la calidad con que Meyer crea sus personajes, narra sus historias y describe hechos de la vida cotidiana (como afrontar un cambio de colegio, por ejemplo) llega profundamente al interior de cada uno de sus lectores, tocando las fibras sensibles que más de una vez creíamos perdidas o dormidas, permitiéndonos imaginar, soñar y sentir junto a cada uno de los protagonistas. Pero por sobre todo, devolviéndole vida al perdido romanticismo y haciéndonos pensar que aún es posible encontrar historias similares en la vida real y personas que piensen así.

Contradígame alguna lectora que no haya terminado de leer alguno de los libros mencionados sin haberse encariñado con los personajes y deseado encontrar en algún lugar del mundo un Edward. ¿Por qué? Muy simple: la habilidad con que Meyer ha creado sus personajes termina por enamorar. Los modales y actitudes de los personajes coinciden con el ideal de la gran mayoría de las damas. El amor profundo, verdadero, dispuesto a todo, sin ninguna mancha de morbosidad, comprometido y cuyo único propósito es la felicidad del otro, nos golpea el corazón en cada libro haciéndonos llorar de emoción, deseando que en el mundo todavía queden personas así (y no me cabe dudas que las hay. Sólo es cuestión de abrir bien los ojos para poderlas descubrir.)

En un mundo dividido por el odio, las barreras sociales, raciales, plagado de individualismo y egoísmo, Meyer ha logrado rescatar y poner de manifiesto a través de una nueva mirada aquellos valores esenciales en la vida y que hacen nobles a las personas. ¿Será que es algo que no vemos todos los días? ¿Algo que se considera pasado de moda? Creo que por ahí se encamina el quid de la cuestión y el punto de partida de esa extraña fascinación. En fin, no pretendo ser moralista ni nada por el estilo pero era algo que me pregunté desde el comienzo al fin de la lectura de los 4 libros y escribirlo ha confirmado mis hipótesis.

¿Qué más decir a todo esto? Para los amantes de la buena literatura la saga Crepúsculo es imperdible. Puedo afirmarles que una vez que comiencen a leer no van a poder parar. A todos los que la hemos leído nos ha pasado.

Y una cosa más. Algunos se han dedicado a crear prejuicios en torno a dichos libros. Personalmente los tenía y por más que mi profe y amiga Gabriela me los recomendaba una y otra vez, no tenía el más mínimo interés en literatura de “ese” tipo hasta que mi hermana comenzó a leerlo y lo dejó sobre la mesa de luz de nuestra habitación. “Le voy a dar una miradita a ver de qué va…” me dije ese lluvioso martes por la tarde. Creo que no necesitan que les cuente qué pasó. Solo hay una palabra que lo describe todo: atrapada.

Si les sirve de consuelo así van a terminar: atrapados, fascinados, enamorados. Un buen combo para encontrarlo completo en un libro. Lo tiene todo: romanticismo, suspenso, aventura y ese vicio de no poder dejarlo…

¿Que si los recomiendo? Sin lugar a dudas. No se van a arrepentir de leerlos. El problema llega cuando ya no queda nada por leer. Como decimos por acá: seguiremos soñando ¡y esperando las pelis!

Bueno, esto se está haciendo demasiado largo. Levanto la mirada del monitor de mi computadora y miro hacia fuera, hacia la cálida tarde de noviembre que lentamente llega a su fin. Atardece. Los rayos del sol ya no son tan fuertes y producen un efecto en el cielo y el jardín capaz de dejar sin aliento a cualquiera. El crepúsculo de un día más…Igual que en la saga de Meyer me invita a dejarme llevar por los sueños y sentir. Me voy afuera a disfrutarlo, quizás Edward aparezca a la vuelta de la esquina…

Publicado originalmente en: http://piezasdeaocho.blogspot.com/2008/12/cuando-la-lectura-es-ms-que-un-simple.html

Stephenie MEYER, Eclipse y Amanecer. Alfaguara


Sí, ya sé que hace rato vengo expresando directa o indirectamente mis opiniones sobre estos libros y difundiendo su lectura, además de promocionar la película Crepúsculo. Sin embargo debía una reseña -con todas las de la ley- de la tercera y cuarta parte de la que es la tretralogía más impactante de los últimos tiempos, si de literatura juvenil se trata.

Parece tan lejos aquella que publicara de Crepúsculo y Luna Nueva el 25 de abril de 2007 en "¡Piezas de a ocho!". ¡Y las fechas se confabulan en sus similitudes!, pues el 25 de octubre ya es un día especial para mí, cierra un ciclo: terminé la lectura del tomo IV: Amanecer (del “libro”, pues ya había accedido a la versión digital), un mes antes de que se cumplieran dos años de que abriera por primera vez Crepúsculo -el 24 de noviembre de 2006-, novela que mi esposo me regalara días antes de internarme para operar mi rodilla derecha, y cuya lectura iniciara esa mañana, en la espera hambrienta y agotadora de la intervención quirúrgica, y siguiera leyendo dolorida y desvelada hasta terminar dos días después. Sin saber, por cierto, que habría un antes y un después, como lo hubo con Harry Potter, para mí y para tantos lectores.

Es probable que este escrito vaya a engrosar, sin pena ni gloria, la infinita cantidad de textos que circulan en la red acerca de estos libros; no obstante, eso es lo que provocan las experiencias fuertes con la lectura: ganas de escribir, ganas de hablar sobre ella, de hermanarse con los que sintieron lo mismo que nosotros al sumergirse en esas páginas entrañables y que tanto extrañamos al cerrar las tapas.

El argumento de la saga de Meyer lo sabe “todo el mundo”, pero aún así siempre es posible que algún periodista trasnochado publique cualquier estupidez. Vi hace muy poco un titular que hablaba de ella como que era la escritora que conquistaba a los niños: ese sí que no leyó nada.

Por eso, no creo que sea ocioso -teniendo en cuenta a los adultos mediadores que de vez en cuando se dejan caer por aquí y tal vez no conocen las novelas-, contar muy brevemente de qué van las historias. Me resuena en la mente la pregunta asombrada de una colega lealmente interesada en posibilitar el acceso a sus jóvenes lectores a literatura que los apasione… ¿qué tienen esos libros?

Allá voy… Bella Swan, adolescente tímida y muy torpe, pero extrañamente madura, ingresa a una nueva escuela pues se ha trasladado desde la casa materna en Phoenix a vivir con su padre en Forks (estado de Washington); allí se enamora de Edward, el joven más increíblemente atractivo del lugar que como añadido es -como toda su familia: los Cullen- un vampiro bondadoso. En las dos primeras novelas pasa más de una prueba, pues no sólo es perseguida como posible alimento de vampiros menos escrupulosos que los locales, sino que dado el riesgo que supone gozar ese vínculo para la chica humana, el apuesto Edward cree que la separación el único modo de mantenerla viva. El crecimiento de una amistad única con un muchacho quileute Jacob -Jake-, a la vez que la explosión demográfica de jóvenes hombres lobo en la reserva de la Push -quienes son los enemigos ancestrales de los vampiros-, el reencuentro con Edward y fortalecimiento de la joven pareja en un amor épico, sumados al convencimiento y aceptación definitiva de que Bella es y será parte de la vida de los Cullen en adelante, permitirá el avance y complicación de la historia.


En el tercer libro -Eclipse- Jake se transforma en un competidor persistente que desea conquistar el corazón de Bella, y ese amor será el puente que unirá al bando de los vampiros y los lobos en la lucha contra un enemigo común, y hará surgir una especie de amistad antagónica entre este y Edward pues la muchacha a la que adoran amerita la tregua. El cuarto libro -Amanecer- trae complicaciones inusitadas y lo que se suponía iba a ser la culminación de la espera de Bella para transformarse en vampiro y unirse para siempre a Edward, resulta mucho más que eso, pues surge un hecho totalmente inusitado que hace madurar a los personajes y sin lugar a dudas termina siendo indeciblemente más fuerte que la historia de amor de dos adolescentes intemporales. Agregar cualquier dato sobre el último tomo es arruinar la sorpresa.

Ahora bien… ¿qué se puede expresar que no se haya dicho ya? Como adulta crítica, lectora voraz, empedernida y defensora acérrima de la literatura juvenil, pero además como “mediadora” entre los chicos y los libros, no dudo en lo más mínimo en ponerle un rotundo diez a toda la saga, si ese fuera el tope calificativo.

Es atractiva, interesante, apasionante. Da una vuelta de tuerca al mito del vampiro de forma adecuadísima y original, reutilizando cuanto elemento se haya escrito en torno al personajes y yendo más allá, pues como he dicho en otro lugar de este sitio pueden hallarse resonancias de otras historias vampíricas para lectores adultos renovadas de modo magistral. Equilibra fantasía y realismo, romance y horror. Está excelentemente escrita, si bien debo reclamar a Alfaguara una traducción un tanto localista de la península, lo que en una edición española mundial es un error importante; e incluso sin llegar a erigirme en purista son notables ciertos errores de expresión y ortografía, sobre todo en el último tomo. Lo que me hace respetar aún más el esfuerzo de los fans traductores, puesto que en ciertos aspectos estos llevan ventaja, superando a personas a las que les pagan un sueldo por su trabajo.


Otra cuestión que no puedo dejar de indicar es que las tramas sucesivas no decaen, hay en ellas un mantenimiento de la tensión, una solidez que les da unidad, una coherencia en el clima narrativo manejado con precisión que es difícil de hallar, y esta es una cualidad que aprecio sobremanera, que exijo a la literatura en general y a la destinada a los jóvenes muy en particular. Esta es una virtud que admiro también en las novelas de Rowling o en la saga de Pullman dedicada a Sally, lo que incluso autoras como Anne Rice -por citar una escritora de fantasía vampírica actual- no logra pues sus intrigas tropiezan, suben, bajan y se tambalean en más de una ocasión, y sí es una cualidad de los maestros, como Stephen King.

Un aspecto que deseo destacar es la maestría de Meyer para narrar el romance sin caer en la más mínima cursilería, con una exquisitez, profundidad y estilo equiparable a cualquier clásico, y sostengo esto con total conocimiento de causa puesto que he podido en mis andanzas lectoras frecuentar el género romántico en todos sus tipos. Lo que a su vez me lleva a otra cuestión, en estos tiempos de pornografía desenfrenada, sexo a la carta a través del celular, amor de eslóganes publicitarios y de pseudo-poesía en pps que circula en la red. El amor serio, comprometido, total, que es pasión y el vínculo indoblegable, que es generoso y maduro, que crece y va evolucionando, que se atreve a decir para siempre, no está de moda en el siglo XXI, tampoco parece cosa ni siquiera de los adultos actuales, los que a su vez les enseñan a los adolescentes que el amor es desechable. Pues por eso mismo, creo que es genial que Meyer hable de ese Amor, y además que con un lenguaje sugerente y delicado incluya el sexo en su última novela sin caer en fraseología barata de novela rosa ni en explicitaciones groseras.

Una cosa más que me hizo respetar a Meyer es la participación en la trama de los pueblos originarios tanto de su país como de Latinoamérica. Que aparezcan personajes del Amazonas y ¡dos mapuches! en el desenlace de la historia me alucinó, no me lo podía creer. Y no me importa si los quisquillosos de siempre salen a despotricar por cualquier error que haya acontecido al mencionar leyendas propias de dichos pueblos... ¡es ficción!

*En la foto Stephenie Meyer aparece con los jóvenes actores que se transformaron en Bella y Edward en el cine y cuyos rostros serán los de los personajes para la posteridad, Kristen Stewart y Robert Pattinson.

Artículo publicado originalmente en:
http://piezasdeaocho.blogspot.com/2008/10/stephenie-meyer-eclipse-y-amanecer.html


Stephenie MEYER. Crepúsculo. Un amor peligroso y Luna nueva

  • MEYER, Stephenie. Crepúsculo. Un amor peligroso. Alfaguara.
  • MEYER, Stephenie. Luna nueva. Alfaguara.

No sé si puedo ser imparcial al evaluar estas dos novelas juveniles que retoman uno de mis dos personajes fantásticos preferidos (en este caso el vampiro, el resto lo constituyen los elfos tolkienianos), puesto que desde el primer momento estuve bien predispuesta hacia ellas… y no me defraudaron.

En esta oportunidad deseo referirme a dos relatos apasionantes, que constituyen la primera incursión en la novelística juvenil de este ser que había ya poblado numerosas narraciones infantiles, en un mestizaje de horror/humor que diluía en cierto modo un aspecto central que había constituido su eje desde los inicios del mismo: la sensualidad.

El vampiro, resulta un personaje polifacético, de una profundidad no siempre explorada por las limitaciones que los tabúes religiosos judeo-cristianos occidentales instalaron en cuanto a su carácter demoníaco, y recién la segunda mitad del siglo veinte vería nacer protagonistas de belleza sobrenatural, seducción sin límites pero desvestidos de una maldad congénita o en todo caso tan morales como pueden serlo los humanos. Y si los más populares en este sentido fueron los vampiros de Anne Rice en la narrativa para adultos, la novelística para adolescentes no tenía representantes… hasta que Stephenie Meyer editó sus libros.

¡Y bienvenidos sean!

Ambas historias cuentan las andanzas de Bella Swan, quien se traslada a un pequeño pueblo a convivir con su padre, ante las nuevas nupcias de su voluble madre, y halla no sólo una nueva vida allí, sino mucho más que lo que su fantasía pudiera imaginar. Y no sólo se trata de sus nuevos amigos, sino del chico que se convertirá en el centro de su existencia, aún cuando no es un chico como todos, o tal vez por ello.

Un aspecto muy valioso de estos libros, es no sólo una trama compleja, interesante, bien escrita, emocionante e imposible de abandonar una vez iniciada la lectura; sino el hecho de que la autora parece respetar una ley inviolable a la hora de escribir ficción para niños y jóvenes: no basta recordar cómo era sentirse niño o cómo fue vivir la adolescencia para poder llegar a la sensibilidad de estos lectores; hay que vivir en el fondo del corazón y el alma esa realidad, debe uno haber podido atesorar la sensación en su interior, experimentarla de nuevo, ser niño, ser joven, ser adolescente cuando escribe para ellos, independientemente de la edad que se tenga.

Las novelas son bellas, apasionantes y tiernas, tienen la dosis adecuada de sensualidad que requiere una historia pensada para jóvenes, pero que además puede ser disfrutada por cualquier lector sin prejuicios.

Quedo esperando ansiosamente más obras de Stephenie Meyer…

  • La autora:

STEPHENIE MEYER, nació en Connecticut en 1973. Desde los cuatro años vive en Phoenix. Es la segunda de tres hermanas. Fue al instituto en Scottsdale. Recibió una Beca de Mérito Nacional que usó para pagar sus estudios en la Universidad de Brigham Young (BYU), en Provo, Utah. Se licenció en Filología Inglesa.

Gabriela Monzón

Publicado originalmente en:
http://piezasdeaocho.blogspot.com/2007/04/stephenie-meyer-crepsculo-un-amor.html

El amor de Bella y Edward...


[Dos y uno]

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y, al besarse,
forman una sola llama.


Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.


Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.


Dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y, al juntarse allá en el cielo,
forman una nube blanca.


Dos ideas que al par brotan;
dos besos que a un tiempo estallan
, dos ecos que se confunden;
eso son nuestras dos almas.


Rima XXIV, Gustavo Adolfo Bécquer


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