jueves, 5 de junio de 2008

Bienvenida...


Bienvenidos a este blog hecho desde la pasión que me inspiran las novelas de Stephenie Meyer.

Descubrí hace rato que los libros muerden, nos hincan el colmillo en la yugular y nos contagian el virus febril de las ganas de seguir leyendo… nunca mejor dicho que en este caso en el que dientes feroces de bellos vampiros y hombres lobos no nos sueltan hasta la última página.

Y claro que Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse (y seguramente sucederá con Amanecer) me encantaron, me conmovieron, me atraparon sin remedio.

Por eso -y a partir del hecho de que soy Profe en la escuela media- empecé a propagar el contagio, y mis alumnas se dejaron contagiar: se enamoraron de Edward y de Jake, envidiaron a Bella, rezongaron con Charlie, sufrieron, rieron, se enternecieron, se enojaron… y lo siguen haciendo.

Por eso también, y por el hecho de que llegué tarde a la creación de un blog sobre mi querido Harry Potter (ya estaba todo creado cuando decidí hacerlo), se me ocurrió contribuir al delirio universal contando las aventuras que vivimos con mis “chicas Crepúsculo”, ¡porque aún no he hallado ningún chico! Ellas me ayudarán a compartir la experiencia con todos los otros lectores que deseamos homenajear a los libros que nos hechizaron.


2 comentarios:

Evey Sanders dijo...

Me parece muy chula la idea del blog y lo que has dicho sobre que los libros te muerden y te obligan a seguir leyendo...A mi también me pasa!!! A ver si actualizas pronto ^^
PD: Pásate por mi blog wapa :)
Besitos

Anónimo dijo...

A mi me pasó!!! Soy una de las que no pudo dejar de leer hasta que llegué a la última página. Creo que la literatura es así: te atrapa, te emociona, te invita a soñar... y en especial los libros de Meyer están cargados de todo ello.
En fin, creo que todos en alguna circunstancia nos hemos visto atrapados por un libro... y ¡Cuidado! Es contagioso!!!

El amor de Bella y Edward...


[Dos y uno]

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y, al besarse,
forman una sola llama.


Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.


Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.


Dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y, al juntarse allá en el cielo,
forman una nube blanca.


Dos ideas que al par brotan;
dos besos que a un tiempo estallan
, dos ecos que se confunden;
eso son nuestras dos almas.


Rima XXIV, Gustavo Adolfo Bécquer


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